No sabía si
alegrarme o entristecerme. Desde luego no estaba previsto. Te sentías tan
seguro, tan fuerte y a buen resguardo en medio de todos dentro de aquella
armadura que habías construido para aislarte del mundo y el sentimentalismo,
que apareciste de la nada lleno de caballerosos modales. A mi juicio parecía
chocante porque no reflejaba la realidad de lo exactamente extraordinario que
eras. El amor debió filtrarse por alguna hendidura de tu armazón y poco a poco
fueron las más dulces melancolías de nuestra proximidad las que te dejaron
después de tanto esfuerzo, débil y sin fuerzas y, a partir de ese momento,
nuestra vida mejoró notablemente.
El amor superó a la razón. Solo había que
tener relativo cuidado con las nostalgias, cuando a la tarde, mis ojos
quedarían lejos de los tuyos.
©María José Feria
Melodía…
Melodía…
Libros a la deriva…