VIERNES
Vengo con frecuencia a
visitarte, agradecida por la vida y por esta nueva oportunidad que nos brindas.
Tenía la esperanza de que recuperaras definitivamente las fuerzas y volvieras a
ser el hombre de siempre que conocí. Yo no te hubiese abandonado un solo
instante. Tenías los ojos cerrados y respirabas fatigado. Me tendía junto a ti
y no hacía otra cosa que observarte y esperar. Amanecía cuando empezaba a tomar
conciencia de que sería muy difícil escapar de esta condena.
DOMINGO
No es ninguna casualidad que te
hayan traído aquí. Estaba sentada en uno de esos bancos de color verdoso
descolorido, con un libro en mi regazo, y te vi llegar. Nadie se dio cuenta de
aquella mirada que se reflejaba en tu rostro como la de aquellos desheredados
que abandonaron su casa y sus pertenencias sin tener a dónde ir. Sólo los
pájaros y yo nos dimos cuenta.
Parece curioso, pero estás aquí,
frente a mí. He venido a verte y me
parece que suena música de Haendel. Te observo y sin tú saberlo te veo aún más
varonil y bello, casi humano.
¡Es fascinante! Como si le
hubieras robado la vida a otra persona.
Las fotografías son gentileza de Ernesto Castillejo
Ramos
Melodía…
Libros a la deriva…
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